En mi vida profesional y también personal he escuchado esta frase muchas veces , en algunas ocasiones , como una preocupación lógica por el bienestar de los hijos e hijas , y en otras, como excusa para no afrontar el miedo y la incertidumbre que genera un divorcio.
Los hijos e hijas no deben ser la excusa para mantenerse en una relación en la que ya no te sientes feliz porque un hogar ya sea conflictivo o indiferente afectivamente es más perjudicial para ellos que una separación.
En un hogar CONFLICTIVO en el que las discusiones, gritos y reproches son constantes, los niños sienten rabia y miedo que no expresan porque perciben que sus progenitores no están disponibles afectivamente para brindarles la protección que necesitan.
La consecuencia es que interiorizaran el conflicto y asumirán que las relaciones afectivas comportan sufrimiento y lucha.
En un hogar INDIFERENTE en el que no hay discusiones y los progenitores deciden seguir conviviendo juntos aunque sin ninguna vinculación afectiva entre ellos , a pesar de que se esfuercen en mantener una aparente unidad familiar , los hijos percibirán la incomodidad y la carencia o frialdad de afecto y cariño.
Esta situación puede desencadenar en los niños un sentimiento de culpabilidad por la infelicidad que perciben de sus padres y madres a través de sutiles manifestaciones de tristeza y apatía.
Aprenderán que la indiferencia y el sacrificio forman parte de una relación afectiva y que es mejor quedarse y aguantar en una relación que buscar la propia felicidad .
Los hijos no necesitan unos padres y madres unidos en una relación aparente sino unos guías que les transmitan un concepto de amor familia y afecto sanos y ello también es posible cuando existe una separación porque la relación termina pero la familia se transforma.
Si te encuentras en un proceso de separación o divorcio, en LEAD ME ON te escuchamos, acompañamos y asesoramos